"Cuando la vulgaridad sustituye antiguas elegancias, cuando parece que manda el número y no la excelencia, cuando se diría que a veces se celebra más al Rey Momo que al Rey de Reyes, comprendemos que el reino de los cielos de nuestra Semana Santa es como el grano de mostaza (...)"
(CARLOS COLÓN, "Parábola sevillana". La ciudad y los días, Diario de Sevilla)
Con esta breve pero intensa cita de Carlos Colón y con las debidas disculpas por el atrevimiento, me tomo la libertad de emularlo un poco y comenzar en este espacio una serie de evocaciones hacia "eso" que, desde mi particular punto de vista, hace que nuestro pueblo sea lo que es, lo que define su alma, lo que hace que lo queramos (yo por lo menos) a pesar de todos los pesares... por encima de modas, falsas modernidades, azulejos sanitarios, asfaltos, etc, etc.
Villarrasa tiene un aroma peculiar para cada estación. Mi primer grano de mostaza va para ese olor inconfundible de finales de otoño que aún (ahora bastante menos) sigue inundando sus calles: El suspirón. Si buscan en el diccionario la palabra "suspirón" dudo que puedan dar con el significado que le pretendo dar en estas lineas. Aquí en Villarrasa, suspirón es la parte de la chimenea donde se enciende la lumbre, ni más ni menos.
Aroma a encina, "cepurros", olivo... olor apacible que invita al recogimiento y a la tranquilidad. Ambiente melancólico, dias cortos y noches largas. No es que me guste estar siempre así, si no que lo espero con ansias después de un tórrido verano como fase ineludible que completa el ciclo vital. Nunca me quejaré de frio en enero y calor en agosto, lo hacen porque lo tienen que hacer y punto. Eso de ir en mangas cortas a alumbrar al cementerio el día de "Tosantos", como estos años atrás, me trastoca biológica y emocionalmente. Me gusta cada cosa en su sitio, lugar y época (como daré buena cuenta en este blog). Me encanta cómo ha venido el mes de noviembre este año: frío, tardes soleadas, lluvia... un noviembre con "tos sus avíos".
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