¿Habré dejado de tener motivos, en estas últimas semanas,
para escribir algo en mi blog?... pues ahí me tienen, sin ganas de ningún tipo
ante el constante goteo... ¡¡qué digo goteo!!, chaparrón de acontecimientos
políticos, económicos y sociales. Se me antoja tan súmamente a s q u e r
o s a la realidad en que estamos sumidos en esta "piel de toro"
que, sin remedio, he caído en lo que nunca se ha de hacer cuando cualquier bota
nos pisa el cuello: la inanición. Como una mala digestión después de haber ingerido
un bocata de clavos: cagándome, eso sí, en la gramp... de quien me lo ha
servido, pero sin ganas de moverme, nada más que de vomitar.
Y es que, lo malo de los políticos
(bueeeno, voy a decir "algunos"), no sólo es que se queden con el
dinero de todos, que cobren cifras
insultantes, que por un lado echen de los ayuntamientos a personas con su
oposición aprobada "por falta de dinero" y por otro coloque a algún
amigote o familiar suyo, tampoco es sólo que en campaña electoral digan digo y
cuando se apoltronan en el escaño digan diego -cuando no que nos jodamos-...
no, no sólo es eso, lo malo es el insulto a nuestra inteligencia, el tomarnos
por el pito de un sereno, el creerse que nos hemos caído de un guindo... y lo
más malo todavía es que, encima, puede que lleven hasta razón, vamos que vivimos
inmunizados y todos esos desmanes los vemos como algo natural.
Todo este cóctel demoníaco me ocasiona
una especie de escepticismo que me llega incluso a preocupar. ¿Qué postura
adoptar?, ¿actuar a sabiendas de que poco o nada se puede hacer o simplemente
verlas venir y sea lo que Dios quiera?... ¿Vivir la vida o contemplarla como si de un laboratorio se tratara?. Qué
contradicción.
Durante mi existencia he comido
tanto de los "dulces" frutos del árbol de la vida, como de los
"amargos" del de la ciencia. De todos ellos intento sacar alimento (nunca embriaguez).
Al fin y al cabo la vida está hecha para eso, para vivirla, aunque a veces
pensemos que pueda estar basada en una gran mentira
(aunque también habría que matizar qué entendemos por mentira).
Etimológicamente, ilusión proviene del vocablo latino "illudere" que
significa engaño... y hasta el color del cielo que vemos cada día no es más que
una ilusión -engaño- que un órgano de nuestro cuerpo crea en nuestro cerebro...
pero por saberlo, no dejo de deleitarme con la sinfonía de luces que nos ofrece
el amanecer agosteño o el ocaso de noviembre. ¿Puede ser esta postura lo que
los epicúreos y estoicos llaman "ataraxia"?
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