miércoles, 21 de noviembre de 2012

Patrimonio de Villarrasa.


               Llevo bastante tiempo cavilando sobre éste mi rincón en la red. Sinceramente, la actualidad me sobrepasa y ya no encuentro calificativos para describirla con exactitud. Ya lo dice Pérez Reverte, pero con otras palabras; la estupidez aliada con la ignorancia y el poder hacen una mezcla explosiva cuya metralla puede ser mortal de necesidad.

               Hasta ahora, lo que más he compartido en este espacio han sido mis opiniones, sentimientos, puntos de vista, etc... No  quiere decir que lo deje de hacer, pero me he planteado compartir también conocimientos. No soy ningún licenciado en Historia, Arte o Antropología, pero sí creo tener suficientes conocimientos sobre nuestro patrimonio. Ya lo dice el principio filosófico: "La ciencia es hija de la experiencia" y, por suerte o por desgracia, éste que suscribe tiene bastante de esto último.

               Por si alguien pudiera caer en la tentación de poner el parche antes de que salga el grano, he de decir que, aunque me reconozco un auténtico enamorado de nuestras cosas, me encuentro en las antípodas de toda forma de chauvinismo. El nacionalismo provinciano no va conmigo y tampoco creo que conduzca a nada bueno. Ser villarrasero no me hace ni mejor ni peor persona. Lo que aquí atesoramos no es lo mejor del mundo, pero tampoco lo peor (otra cosa es lo que a cada cual nos mueva emocionalmente). Hace ya bastante rato que mantengo mis distancias prudenciales con programas del tipo "Tal como somos", "10 Razones" o "Este es mi pueblo"...

               Aún así, sigo pensando que, desgraciadamente, el patrimonio de Villarrasa sigue estando infravalorado y, lo más lamentable, que lo está precisamente por los de dentro más que por los de fuera. O por lo menos no lo está en su justa medida (y cuando digo "justa medida" me refiero tanto por defecto como por exceso). No se puede amar aquello que se desconoce o que se conoce a medias o mal.

               Así que, por más que el diablillo de mi hombro izquierdo no haga más que repetirme machaconamente "¡Anda ya! ¡pa qué!"; me embarco, si me lo permiten, en esta tarea que se me antoja casi quijotesca. Eso sí, no me metan prisa que me tomaré mi tiempo y para estas cosas suelo ser muy tranquilo.

Foto: Tomás Ramos.

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