Pues sí, pasó la Semana Santa y el blog lo tengo bien perdido de la mano.
Cada año la misma pregunta: ¿Por qué me gusta esto?...al final acabo reafirmándome en la conclusión a la que llegué hace ya bastante tiempo y me digo:
Kiyo, no te engañes, a ti te gusta la Semana Santa y las Cofradías, simplemente porque eres crucero... porque tu madre te amamantó terciopelo, oro y mostacilla... no busques más explicación. Mira, no inventes lunas de parasceves ni olores a azahares, a tí, lo que te ha hecho erizar el vello desde que tienes uso de razón han sido los tambores en marcial desfile por la calle Nueva la tarde del sábado de la Cruz, cuando "desembarcaban" en las Angustias y tu padre iba a esperarla, clavel rojo en la solapa, mientras tú corrias a medio vestir hacia la puerta de "La Reforma" a verla venir. Desde antes de echar los dientes te ha emocionado hasta la lágrima el guardabrisa en porfía con la jamba de la capilla y los gallitos del arco rozando con la ojiva... así, ¿no te va a gustar una salida ajustada?. Es lógico que te guste la sombra de un Cristo por una callejuela, cuando, desde que eras un crío, no ha habido sombra que te sobrecogiera más que la de la Cruz en los altos muros parroquiales de las calles Tras Iglesia y Carnerete. ¿No te va a emocionar las marchas procesionales, si han sido la banda sonora de tu felicidad misma?.... y no solo eso...
Sabes que hace dos mil años un hecho revolucionó la Historia de la humanidad, gracias a la Cruz.... que Cristo derramó su Sangre por la salvación del mundo, porque tu Cruz es roja y tus mayores se encargaron de hacértelo saber así.... sabes que Jesús venció a la muerte y por eso los cristianos debemos estar alegres porque tu Cruz se adorna con un arco de flores que simboliza la victoria y el triunfo... sabes que el sacrificio es el camino del éxito porque dicho arco corona y enaltece precisamente a los atributos de la Pasión bordados en su cuerpo y a la Cruz misma... porque sabes que sólo Ella es todo un tratado de Teología y no ha habido predicador, teólogo o catequista que te haya acercado más a Dios que tu, a veces desmedida, devoción a la Cruz.
Por eso te gusta la Semana Santa, por eso... -me digo muchas veces-.
