jueves, 31 de marzo de 2011

"Procesión atea"

Asalto a la capilla de Somosaguas               Así es, como lo leen. Ya es lo que nos faltaba. Ateos en Lucha, uno de los grupos organizadores, junto a la Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores y la asociación La Playa de Lavapiés, entre otros lo anunciaron el pasado 24 de marzo en un programa de radio: "Somos un frente de ideas que estamos exclusivamente para castigar a la conciencia católica. Nuestro propósito es hacer daño en las ideas de la gente. No nos andamos con contemplaciones..."


               Créanme que he dudado mucho a la hora de subir esta entrada. Suelo ser bastante tolerante con las distintas formas que el prójimo emplea a la hora de expresar opiniones y sentimientos, tanto que, ésta en particular, se me antojaba, en principio, como la típica rabieta de los “antitodo”; insatisfechos crónicos con altas dosis de aburrimiento. Pero no, me niego a quedarme callado cuando se habla tomando en vano y manipulando hasta límites obscenos el nombre de la democracia, la libertad de pensamiento y de expresión.

               Ya dije bastantes entradas más atrás que en esta bendita España parece que hay que aceptar, por narices, el “pack ideológico” completo. No se puede ser aficionado a los toros ni hermano de ninguna Hermandad sin ser un facha, maltratador, meapilas, etc… Tampoco se pueden tomar posturas progresistas porque ya resulta que eres un ateo, rojo-quemaiglesias, inmoral, etc… ¡Me niego, me rebelo, no lo soporto! Por eso, cuando aparecen noticias como la que nos ocupa, una de dos: o me rio de la vida, vista ésta como los esperpentos en plan Valle Inclán, o toca indignarse.

               Me hace gracia cuando se hacen llamar “Librepensadores” ¿Librepensadores que pretenden imponer una forma única de pensamiento?, la carcajada que solté cuando lo leí fue de órdago, máxime cuando de más se sabe que el ateísmo, al fin y al cabo, no deja de ser otra creencia. Sin embargo, los paladines de la libertad de pensamiento, jajjajjja (lo siento, no puedo evitar que me entre la risa floja) pretenden reventar las procesiones del Jueves Santo que se celebrarán en Madrid con una, como ellos llaman, “procesión atea”. Ya han comenzado irrumpiendo en la capilla de la Universidad de Alcalá de Henares (de la que fue rector mi paisano allá por el siglo XV. Sí, el que le da nombre a mi calle), haciendo top less y con eructos del tipo “menos rosarios y más bolas chinas”. Para un católico practicante supone nada menos que una profanación… para cualquiera con dos dedos de frente debería ser una inadmisible falta de respeto. No quiero ni imaginar la que se montaría si hicieran lo mismo en una mezquita o en una sinagoga (Ojo, no estoy justificando que se haga, ¡Dios me libre!). Me cuesta titánico esfuerzo creer que esto pueda ocurrir en una universidad. Cuánta razón tuvo el ponente de aquella conferencia a la que asistí cuando dijo aquello de que no es lo mismo que pasemos por la universidad a que la universidad pase por nosotros.

               ¿Qué clase de engendros estamos criando? Por mi parte no pienso darles más publicidad gratuita.

Foto: http://www.hazteoir.org/

jueves, 17 de marzo de 2011

Sobre Cofradías...

               Algunos pensarán que ya estaba tardando en abordar este tema, siendo quien soy y estando en la época en que estamos. Y aquí me hallo, en medio de un respiro entre constructivismos de Piaget, competencias básicas, “discentes y discentas” (sólo faltaría) y niveles de Van Hiele… Y, la verdad, no sabía por dónde empezar.

               En primera instancia quise plasmar ese movimiento que yo los llamo “cofrades impone-reinas”, esos que van de pueblo en pueblo (como las muñecas feas de feria en feria), que campan a sus anchas en lugares con marcada dualidad devocional… que no les duele el entierro lo más mínimo y son las primeras plañideras. Sobre eso ya he escrito algo en la Comunidad Pasión en sevillatv, vamos, por si quieren leerlo (pincha aquí).

               Se me vino a la mente hablar del llamado “neomisticismo”, esa tendencia hacia lo fúnebre, tenebroso, lúgubre… yo diría que incluso tétrico, que muchas Hermandades, de toda la vida “bullangueras”, están adoptando últimamente. Obviando a las que, desde siglos, han sido así (que me encantan), nos encontramos a aquellas que llevaron velas rizadas antes que palio y ahora resulta que nunca las han llevado -“¡Qué ordinariez!”-, nunca han hecho botar esquinas de gladiolos y nunca -“¡Dios nos libre!”- han peinado balcones con sus palios. Son aquellas que nos quieren hacer creer que con cuatro signos externos ya se es poseedor del buen gusto y la distinción. Son los causantes de haber destrozado términos como elegancia, finura, exquisitez, de tan manidos… como si eso fuera cosa del estar o el parecer. Empalagosos hasta la médula, snobs hasta el hartazgo. El polo opuesto pero con la misma raíz lo encontramos en ese movimiento “ochentero”, del “aplausitis petalae”, del tenerlo todo forzado, sincronizado, ensayado, medido, encorsetado. “Ahora no se aplaude, ahora sí, cuando termine el solo de flautín”. ¿Expresión libre y espontánea de un sentimiento? no gracias. Por eso, me encantan las Hermandades que saben mantener su sello, sea cual sea (popular o fúnebre), pese a las modas.

               Quise hablar también del Kapillita o Kofrade (con “K”), devoto del solo de corneta y del “zapateao” en la percusión. Para ellos no existen El Señor de la Sentencia, Silencio, Soberano Poder, Redención, Tres Caídas… más bien son el Pilatos, el Herodes, el Caifás, el Olivo, el Caballo…

               Quise hablar del elitismo en cualquier campo (Juntas de Gobierno, bandas, costaleros, artesanos etc), de los curas anticofrades, de la “titulitis” que muchas veces hace interminables los nombres de las Hermandades, del esteta petulante del pliegue milimétrico y tocados de escuadra y cartabón…

               De todo eso quise hablar en un principio, pero, ¿saben qué?, he llegado a la conclusión de que las Hermandades no son más que reflejo de la sociedad en la que viven y todo lo comentado se me viene a antojar como un mal necesario. De cualquier forma, tampoco soy yo nadie para juzgar las motivaciones que cada cual tenga para acercarse a este mundillo (aunque por ello no deje de tener una opinión al respecto). A estas alturas ya nada –o muy poco- es capaz de espantarme. El fantasma de la desaparición de tradiciones ya no pesa en mí como una losa, el chantaje emocional ya no cuela. A aquel sombrajo se le cayeron los palos hace una década y se me confirmó hace tres años. Pasé de ser el más bueno al más malo en cuestión de lo que dura un Cabildo de Oficiales con carácter de urgencia, sólo porque me atreví a contravenir (por primera vez en muchos años) una santa voluntad… pero eso ya es otra historia.

               Por eso, si me dedico a estos menesteres es porque simplemente me gusta. No me obsesiona la aceptación popular que pueda tener, la historia de las Hermandades villarraseras está llena de extinciones, reorganizaciones, épocas de esplendor, y periodos de ostracismo total. Nada nuevo bajo el sol. Ahora se habla de piques entre Hermandades, pero es que en el siglo XVII eran auténticas trifulcas en la procesión del Corpus por ver qué poderosa familia portaba el guión. Llego a la conclusión de que lo dicho al principio ha existido, existe y existirá mientras el ser humano ejerza dominio sobre la tierra. Si no, ¿de qué íbamos a hablar?

(Aquí una selección de momentos que me encantan)




sábado, 12 de marzo de 2011

El gran discurso

               Ultimamente va la cosa de discursos. No me he podido resistir a haceros partícipes de éste que os muestro. Pronunciado por Charles Chaplin en "El Gran Dictador", de 1940. Sólo de pensar en el año en que se hizo, se me ponen los vellos de punta.

viernes, 11 de marzo de 2011

Esto es Carnaval... otro grano de mostaza.

               Villarrasa es un popurrí de banderas y colgaduras. Hace semanas fueron las blanquiverdes, cuando gana “La Roja”, la rojigualda (qué me gusta que se asocien ambos términos); la primera mitad de mayo, colgaduras rojas; la segunda mitad, azules; en agosto de los dos tipos, y ahora en Carnaval, esa calle San José es una borrachera de colorines a cual más vistoso…y, ¿saben qué?, ME ENCANTA que así sea.


               Lejos de esa inanición cuasi patológica que parecía inundarnos no hace demasiado, me quedo con esta tendencia, cada vez mayor, de no tener pudor a la hora de exteriorizar nuestros apegos. Mi memoria no alcanza a recordar cuándo nació esta fiebre “colgaduril”, pero estoy seguro que no mucho más allá de mediados de los noventa del ya pasado siglo. A lo más que se llegaba era a ver la bandera de España en algún balcón salteado en alguna procesión o alguna colcha de piqué para el Corpus. Adornar las calles era para algo muy, muy, pero que muy excepcional. Hoy no, hoy cualquier cosa es motivo para poner nuestras fachadas de punto en blanco.

               Villarrasa comenzó a celebrar el Carnaval por los años treinta del siglo pasado. Conocidos eran los piques que había entre dos agrupaciones: la del Barberillo (a la que, por cierto, pertenecía mi abuelo) y la de El Tati. ¡Ay, el Tati!… ¿qué decir de D. José María Martín Valero? Hablar de él ocuparía el doble de espacio que si reuniésemos todas sus coplillas. La mordaza que impuso el Franquismo acabó con aquello, aunque aquellos días se solía ir de fiesta al campo. Ya entrada la democracia, el Colegio comenzó a celebrar el carnaval, primero de verjas para adentro, después saliendo a la calle. En 1988 es el primer año en que se “institucionaliza” de alguna forma esta fiesta inminentemente espontánea. Recordada es aquella mayoret entradita en carnes y aquel dragón (que tuve el honor de ayudar a hacer con tan solo ocho añitos) y la genial idea de enterrar algo tan nuestro como la espinaca. Agrupaciones como “Los Pingüinos”, “Muñecos al borde de un ataque de nervios”, “Los Cuarentones” (ya sesentones), “Los Desiguales”, “Los osos amorosos”, “Las ratitas presumidas”, “Las Legionarias”, y tantas y tantas más agrupaciones de las que no me acuerdo el nombre. Todo vino a menos y, a mediados de los noventa, dejó de celebrarse. Cayó en el más absoluto ostracismo. Resurge varios años más tarde, de la forma en que, bajo mi opinión, debe resurgir todo: poco a poco y sin prisas.


               Por eso muestro mi más profunda admiración por la Peña Carnavalera de nuestro pueblo. Prueba de que, poco a poco, parece que nos estamos quitando la costra de los complejos. Hace quince años no existía el Carnaval, vamos, dejó de celebrarse, como tantas y tantas cosas de nuestro bendito llano. A finales de los noventa, un grupo de personas a las que no les importó el qué dirán, se echaron a la calle ante la absoluta pasividad del vecindario. Repitieron al año siguiente, y al siguiente, y al siguiente…. La siguieron y la consiguieron. Sé, y me consta, que organizar cualquier evento supone lo que no hay escrito de dedicación, esfuerzo y no pocos sinsabores; pero por fuera sólo se ven los frutos. No fueron de víctimas, no echaron culpas a nadie de ningún fracaso, no se organizaron como contrarresto a nada… simplemente se limitaron a salir a la calle (sin apoyo institucional) y contagiaron. Hace poco más de una década, disfrazarse era de friky, ahora el friky es el que no se disfraza. Y yo que me alegro (aunque no me disfrace).

miércoles, 9 de marzo de 2011

La homilía valiente.

              Sin duda había que tenerlos bien puestos para decir esto que dijo el Cardenal Vicente Enrique Tarancón, pieza clave en nuestra ejemplar transición hacia la democracia y las libertades.

              Me ha parecido un buen momento para traerlo hoy aquí, día en que la liturgia nos baja los humos y nos recuerda con ceniza que polvo somos y polvo nos hemos de volver. Aquellos que creyeron en la "santa cruzada" del 36 alucinarían en colores escuchar de boca de un sacerdote (nada menos que el presidente de la Conferencia Episcopal) decir esto. Cuánta falta nos hace ahora escuchar discursos tan llenos de esperanza como la homilía de la Misa de la Coronación de nuestro actual Rey, Juan Carlos I, en la Iglesia Parroquial de San Jerónimo el Real, la mañana del 27 de noviembre de 1975. Hecce:

"Majestades.



Excelentísimos señores de las Misiones Extraordinarias.


Excelentísimo señor Presidente del Gobierno.


Excelentísimo señor Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino.


Excelentísimos señores.


Hermanos:


Habéis querido, Majestad, que invoquemos con Vos al Espíritu Santo en el momento en que accedéis al Trono de España. Vuestro deseo corresponde a una antigua y amplia tradición: la que a lo largo de la historia busca la luz y el apoyo del Espíritu de sabiduría en la coronación de los Papas y de los Reyes, en la convocación de los Cónclaves y de los Concilios, en el comienzo de las actividades culturales de Universidades y Academias, en la deliberación de los Consejos.


Y no se trata, evidentemente, de ceder al peso de una costumbre: En Vuestro gesto hay un reconocimiento público de que nos hace falta la luz y la ayuda de Dios en esta hora. Los creyentes sabemos que, aunque Dios ha dejado el mundo a nuestra propia responsabilidad y a merced de nuestro esfuerzo y nuestro ingenio, necesitamos de Él, para acertar en nuestra tarea; sabemos que aunque es el hombre el protagonista de su historia, difícilmente podrá construirla según los planes de Dios, que no son otros que el bien de los hombres, si el Espíritu no nos ilumina y fortalece. Él es la luz, la fuerza, el guía que orienta toda la vida humana, incluida la actividad temporal y política.


Esta petición de ayuda a Dios subraya, además, la excepcional importancia de la hora que vivimos y también su extraordinaria dificultad. Tomáis las riendas del Estado en una hora de tránsito, después de muchos años en que una figura excepcional, ya histórica, asumió el poder de forma y en circunstancias extraordinarias. España, con la participación de todos y bajo Vuestro cuidado, avanza en su camino y será necesaria la colaboración de todos, la prudencia de todos, el talento y la decisión de todos para que sea el camino de la paz, del progreso, de la libertad y del respeto mutuo que todos deseamos. Sobre nuestro esfuerzo descenderá la bendición de quien es el «dador de todo bien». Él no hará imposibles nuestros errores, porque humano es errar; ni suplirá nuestra desidia o nuestra inhibición, pero sí nos ayudará a corregirlos, completará nuestra sinceridad con su luz y fortalecerá nuestro empeño.


Por eso hemos acogido con emocionada complacencia este Vuestro deseo de orar junto a Vos en esta hora. La Iglesia se siente comprometida con la Patria. Los miembros de la Iglesia de España son también miembros de la comunidad nacional y sienten muy viva su responsabilidad como tales. Saben que su tarea de trabajar como españoles y de orar como cristianos son dos tareas distintas, pero en nada contrapuestas y en mucho coincidentes. La Iglesia, que comprende, valora y aprecia la enorme carga que en este momento echáis sobre Vuestros hombros, y que agradece la generosidad con que os entregáis al servicio de la comunidad nacional, no puede, no podría en modo alguno regatearos su estima y su oración. Ni tampoco su colaboración: aquella que le es específicamente propia. Hay una escena en los Hechos de los Apóstoles que quisiera recordar en este momento. La primera vez que, después de la Resurrección de Cristo, se dirigía San Pedro al templo, un paralítico tendió la mano hacia él pidiéndole limosna. Pedro, mirándole atentamente, le dijo: «No tengo oro ni plata, lo que tengo, eso te doy: en nombre de Jesús Nazareno, levántate y anda». El mendigo pedía una limosna y el Apóstol le dio mucho más: la curación.


Lo mismo ocurre en la Iglesia: son muchos los que tienden la mano hacia ella pidiéndole lo que la Iglesia no tiene ni es misión suya dar, porque no dispone de nada de eso. La Iglesia sólo puede dar mucho más: el mensaje de Cristo y la oración.


Ese mensaje de Cristo, que el Concilio Vaticano II actualizó y que recientes documentos del Episcopado Español han adaptado a nuestro país, no patrocina ni impone un determinado modelo de sociedad. La fe cristiana no es una ideología política ni puede ser identificada con ninguna de ellas, dado que ningún sistema social o político puede agotar toda la riqueza del Evangelio ni pertenece a la misión de la Iglesia presentar opciones o soluciones concretas de Gobierno en los campos temporales de las ciencias sociales, económicas o políticas. La Iglesia no patrocina ninguna forma ni ideología política y si alguien utiliza su nombre para cubrir sus banderías, está usurpándolo manifiestamente.


La Iglesia, en cambio, sí debe proyectar la palabra de Dios sobre la sociedad, especialmente cuando se trata de promover los derechos humanos, fortalecer las libertades justas o ayudar a promover las causas de la paz y de la justicia con medios siempre conformes al Evangelio.


La Iglesia nunca determinará qué autoridades deben gobernarnos, pero sí exigirá a todas que estén al servicio de la comunidad entera; que protejan y promuevan el ejercicio de la adecuada libertad de todos y la necesaria participación común en los problemas comunes y en las decisiones de gobierno; que tengan la justicia como meta y como norma, y que caminen decididamente hacia una equitativa distribución de los bienes de la tierra. Todo esto, que es consecuencia del Evangelio, la Iglesia lo predicará, y lo gritará si es necesario, por fidelidad a ese Evangelio y por fidelidad a la Patria en la que realiza su misión.


A cambio de tan estrictas exigencias a los que gobiernan, la Iglesia asegura, con igual energía, la obediencia de los ciudadanos, a quienes enseña el deber moral de apoyar a la autoridad legítima en todo lo que se ordena al bien común.


Para cumplir su misión, Señor, la Iglesia no pide ningún tipo de privilegio. Pide que se le reconozca la libertad que proclama para todos; pide el derecho a predicar el Evangelio entero, incluso cuando su predicación pueda resultar crítica para la sociedad concreta en que se anuncia; pide una libertad que no es concesión discernible o situación pactable, sino el ejercicio de un derecho inviolable de todo hombre. Sabe la Iglesia que la predicación de este Evangelio puede y debe resultar molesta para los egoístas; pero que siempre será benéfica para los intereses del país y la comunidad. Éste es el gran regalo que la Iglesia puede ofreceros.


Vale más que el oro y la plata, más que el poder y cualquier otro apoyo humano. Os ofrece también su oración, iniciada ya con esta misa del Espíritu Santo. En esta hora tan decisiva para Vos y para España, permitidme, Señor, que diga públicamente lo que quien es pastor de vuestra alma pide para quien es, en lo civil, su Soberano:


Pido para Vos, Señor, un amor entrañable y apasionado a España. Pido que seáis el Rey de todos los españoles, de todos los que se sienten hijos de la Madre Patria, de todos cuantos desean convivir, sin privilegios ni distinciones, en el mutuo respeto y amor. Amor que, como nos enseñó el Concilio, debe extenderse a quienes piensen de manera distinta de la nuestra pues «nos urge la obligación de hacernos prójimos de todo hombre». Pido también, Señor, que si en este amor hay algunos privilegiados, éstos sean los que más lo necesitan: los pobres, los ignorantes, los despreciados: aquellos a quienes nadie parece amar.


Pido para Vos, Señor, que acertéis, a la hora de promover la formación de todos los españoles, para que sintiéndose responsables del bienestar común, sepan ejercer su iniciativa y utilizar su libertad en orden al bien de la comunidad.


Pido para Vos acierto y discreción para abrir caminos del futuro de la Patria para que, de acuerdo con la naturaleza humana y la voluntad de Dios, las estructuras jurídico-políticas ofrezcan a todos los ciudadanos la posibilidad de participar libre y activamente en la vida del país, en las medidas concretas de gobierno que nos conduzcan, a través de un proceso de madurez creciente, hacia una Patria plenamente justa en lo social y equilibrada en lo económico.


Pido finalmente, Señor, que nosotros, como hombres de Iglesia, y Vos, como hombre de Gobierno, acertemos en unas relaciones que respeten la mutua autonomía y libertad, sin que ello obste nunca para la mutua y fecunda colaboración desde los respectivos campos.


Sabed que nunca os faltará nuestro amor y que éste será aún más intenso si alguna vez debiera revestirse de formas discrepantes o críticas. También en ese caso contaréis, Señor, con la colaboración de nuestra honesta sinceridad.


Dios bendiga esta hora en que comenzáis Vuestro reinado. Dios nos dé luz a todos para construir juntos una España mejor. Ojalá un día, cuando Dios y las generaciones futuras de nuestro pueblo, que nos juzgarán a todos, enjuicien esta hora, puedan también bendecir los frutos de la tarea que hoy comenzáis y comenzamos. Ojalá pueda un día decirse que Vuestro reino ha imitado, aunque sea en la modesta escala de las posibilidades humanas, aquellas cinco palabras con las que la liturgia define el infinitamente más alto Reino de Cristo: Reino de Verdad y de vida, Reino de justicia, de amor y de paz.


Que reine la verdad en nuestra España, que la mentira no invada nunca nuestras instituciones, que la adulación no entre en vuestra casa, que la hipocresía no manche nuestras relaciones humanas.


Que sea Vuestro reino un reino de vida, que ningún modo de muerte y violencia lo sacuda, que ninguna forma de opresión esclavice a nadie, que todos conozcan y compartan la libre alegría de vivir.


Que sea el Vuestro un reino de justicia en el que quepan todos sin discriminaciones, sin favoritismos, sometidos todos al imperio de la ley y puesta siempre la ley al servicio de la comunidad.


Que, sobre todo, sea el Vuestro un reino de auténtica paz, una paz libre y justa, una paz ancha y fecunda, una paz en la que todos puedan crecer, progresar y realizarse como seres humanos y como hijos de Dios.


Esta es la oración, Señor, que, a través de mi boca, eleva hoy la Iglesia por Vos y por España. Es una oración transida de alegre esperanza. Porque estamos seguros de los altos designios de Dios y de la fe inquebrantable que anida en Vuestro joven corazón para emprender ese camino. Que el Padre de la bondad y de la misericordia ponga su bendición sobre Vuestra Augusta persona y sobre todos nuestros esfuerzos.


Así sea."

Foto: http://www.artehistoria.jcyl.es/

domingo, 6 de marzo de 2011

¿Qué ha sido de tí?

               Hubo una época en que fuiste el centro neurálgico de mi pueblo. No había cosa que aconteciera en él que no te hiciera testigo mudo. Llegaste a ser absoluta, dueña y señora. Hace ya unos ocho años que no sé nada de ti. Qué engreída se volvió tu Villarrasa con ese querer llenarlo todo de mármol, quizás así pensaría dormir tranquila como si con eso tapara todas sus vergüenzas. Pero, sobre todo, qué desagradecida fue contigo. En otros lares, a seres como tú, lo elevan a la categoría de monumento intocable… se ve que aquí no.


               Ante tu enhiesta figura pasaban ferias, procesiones, mercadillos, carnavales, teatros, romeritos, noviazgos, peleas, encuentros, desencuentros… aquellos pequeños (hoy adultos) que, subidos a tu peana, no paraban /mos de darte vueltas y más vueltas con la mano en una de tus macollas, desgastada y resbaladiza de tanto refregón generación tras generación.

               Las mismas generaciones que jugábamos al calambre o a la corriente. Sí, fíjate que distracción… cogernos por los antebrazos una fila de amigos, uno te tocaba la cajita de conexiones y el que se situaba en el otro extremo posaba su palma en el suelo y… ¡allá iba zurriagazo! Lo mismo servías como mástil maestro para soportar alumbrados de feria, que como caballete para pantallas de cines de verano... a tí iban todos los vientos y tanzas habidos y por haber para cualquier cosa que a tus vecinos se nos antojara en cada momento.

               Pero… no sé qué clase de maldición te llegaron a echar en tus últimos años, sin merecerlo. Te quitaron los “floripondios” de tu corona (no, si aquí… cuando nos ponemos también en plan minimalista…), en cambio, te encasquetaron semejante mazacote en lo alto que no te pegaba ni con loctite. Por narices tenías que hacer juego con cuatro gigantas de serie (sí, morrocotudas todo lo que se quiera, pero de la misma serie fernandina multiplicada hasta el infinito en todos los lugares) que te pusieron alrededor, sustituyendo a unas anteriores que recuerdo sumamente endebles. Una vez más tu pueblo se dejó llevar por el espejismo de lo vistoso y obvió tu elegante labor de forja.

               Qué lástima me da pensar a dónde habrás podido ir a parar (conociéndonos…). Cuánto me desagradaría pensar que después de tanta luz como has regalado a Villarrasa, hayas acabado abandonada en algún almacén, en el mejor de los casos; o directamente desguazada en el peor. Ahora que se están construyendo nuevos rincones en tu Villarrasa, sería precioso que, si quedara algo de ti, volvieras otra vez a ser testigo de nuestras vidas y de las de las nuevas generaciones de villarraseros. Ahora, eso sí, con tus caireles de forja y tus faroles recolgando. El "candelabro" que a todos nos congregaba bajo su luz.

               ¡Qué cosas! Cómo el ser humano puede sentir tanto apego por objetos inanimados.

jueves, 3 de marzo de 2011

Cultos a Padre Jesús. Cuaresma 2011.


CULTOS CUARESMALES

EN HONOR DE
NTRO. PADRE JESÚS NAZARENO

Parroquia de San Vicente Mártir, Villarrasa (Huelva)



-SÁBADO 5 DE MARZO:

A las 19,00 horas se celebrará SANTA MISA en honor de Ntro. Padre Jesús Nazareno, oficiada por nuestro Párroco Rvdo. Sr. D. Varghese Joseph Nelluvelil.
Concluyendo con devoto BESAMANOS de la Imagen del Señor.


-DURANTE TODA LA CUARESMA

la Sagrada Imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno permanecerá expuesta en

BESAPIES PERMANENTE

pudiéndose besar todos los días en el horario habitual de cultos de la Iglesia.

Se habilitará un cepillo para recaudar fondos
con el fin de sufragar los gastos de su salida procesional.

Villarrasa, marzo de 2011.