Y no es ya sólo el hecho de que la Novena se vuelva a celebrar por quinto año consecutivo (siete alternos) en la ermita, en vez de en la Iglesia parroquial como es tradicional y ordenan los Estatutos (al menos los que yo conozco...), privándonos de su traslado en torno a este señalado día; sino a algo que si existiera en otro pueblo lo celebrarían hasta con una feria. Sigan leyendo si quieren salir de dudas.

Creo que lo he dicho alguna vez, aun así lo vuelvo a repetir, que por estos lares somos muy dados a dejarnos deslumbrar facilmente ante cualquier oropel foráneo mientras despreciamos tesoros propios. Y no piensen que me mueven motivos proselitistas y lamentos de sacristía (jamás he escuchado una homilía en la que se diga que corren buenos tiempos), pero hay cosas que entran dentro del amor propio y del no dar cuartos a la abulia que las más de las veces nos hace pensar (a mí no, desde luego) que aquí no hay ná.
Siempre he dicho que el pueblo come del plato que se le arrima, y los que tienen la encomienda de arrimar el plato han de ser los primeros interesados en valorar lo que hay en él. Por mi parte que no quede dar el debido toque de atención para poner en valor aspectos que SON NUESTROS, que no hay que luchar para conseguirlos puesto que ya lo tenemos, ESTÁN AHÍ, sólo hay que sacarlos del baúl del olvido y desempolvarlos.
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