viernes, 26 de julio de 2013

Mi más sentido pésame... y admiración.

               Siempre intento sacar algo positivo de todo y en el caso del accidente ferroviario de Santiago de Compostela veo, con un hilo de esperanza (ya poco o nada se puede hacer por las víctimas mortales), que no todo está perdido en este país. Somos un pueblo históricamente acostumbrado a que nos pidan levantar una y otra vez lo que nos derrumban los mismos que nos lo piden; somos un pueblo adiestrado en la solidaridad y en la ayuda mutua cuando la desgracia acecha. Es el pueblo, siempre el pueblo (aunque nos intenten vender otra cosa), el que camina un paso por delante de sus dirigentes, el que rescata con su sangre a precio de oro lo que los mismos de siempre malvenden al peor postor. Hoy y por cosas como estas, a pesar de la terrible desgracia, puedo decir con el corazón henchido, sin necesidad de que desfile ninguna tropa ni de que gane ninguna selección y sin que resulte empalagoso, que me siento orgulloso de ser español.

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