domingo, 15 de agosto de 2010

Revista de Feria 2010 (I)

OTRA VEZ EL LATERO


              Prometo firmemente que ésta será la primera y última vez que nombre en mi blog al susodicho, un latero que, en pleno verano con el Lorenzo en lo alto, pretendía que el vecindario se le echara encima para restañar toda suerte de cacharrería, y al encontrarse las calles desiertas soltó aquello de: “Villarrasa, de nada tienes y de nada te hace falta”. Ya resulta inconmensurablemente cansino que todos los años este personaje ocupe espacio en las páginas de la Revista de Feria y que, a la vez, nos robe minutos de lectura que bien pudieran ser provechosos para otro menester. Pero no, cada verano vuelve como los vídeos “graciosos” del programa La Coctelera.

              ¿No hay más personajes históricos en nuestro pueblo?, ¿de verdad que no hay nadie más a quien “homenajear”?. Con la de personas que han contribuido a dar lustre a este rincón del Condado, y nosotros no, nosotros siempre al mismo, cuyo único mérito fue el de herir de muerte nuestra autoestima, quizás involuntariamente en una descarga de adrenalina ante un mal día de trabajo.

              Aunque bien es cierto que aquí siempre andamos predispuestos a dejarnos herir de esa forma, porque, aunque me duela reconocerlo, en Villarrasa parece que siempre hemos sido muy dados a entregar nuestra alma al primero que llegue y, como todo en la vida, no todo el que llega trae buenas intenciones. Siempre hemos sido muy dados a dar rango de ley a las opiniones externas (las opiniones malas, siempre las malas, por supuesto). Nunca han faltado lateros, afilaores, pregoneros, maestros, párrocos, médicos, predicadores de Novena, etc… dispuestos a decirnos, sin tapujos, cómo somos y, más sin tapujos todavía, cómo hemos de ser.

              Y es que, encasillar, crear estereotipos, colocar sambenitos, etiquetar… siempre ha sido un método eficacísimo para manipular y someter según antojo. Ahorra muchos quebraderos de cabeza saber que un pueblo o colectivo es homogéneo y obediente, cuales borreguitos.

              ¡Qué tino tuvo aquel latero! Quizás el pobre hombre a los pocos minutos de soltar aquel exabrupto, lo sepultaría en el olvido para siempre (digo, quizás), sin embargo, aquí no, aquí nadie se paró a pensar que no ofende quien quiere, sino quien puede… y aquel buen hombre tenía que buscar en los demás pueblos lo que en el suyo a lo mejor no encontraba, y soltaría aquello sin ninguna mala intención, ¿o es que acaso vimos reflejados en sus palabras nuestros verdaderos miedos y complejos y por eso nos lo tomamos así?.

              Aquí parece que preferimos pensar que somos de una determinada forma por designio divino, puede que para escurrirnos responsabilidades y echar balones fuera. No me gustaría pensar que para ser villarrasero hubiera que presentar un carnet de costumbres y “buenas” maneras. ¡Me niego! (y fijaos quien lo dice), se puede ser perfectamente villarrasero y no gustarte las Cruces, no sentir devoción por la Patrona, darte arcadas (“arqueás”) ante un plato de espinacas o revoltillos, etc, etc, etc…

              Tenía cierta "ilusión" (si es que me hiciera alguna este tipo de publicaciones últimamente ), de que este año el nombre del latero no apareciera en la Revista de Feria. Sí, ya sé que se nombra de pasada (y es de agradecer) pero nunca se nombra tan "de pasada" a nadie más que a él. He de cponfesar que el presente artículo es reeditado, pues su título primigenio era "Este año, sin latero", creyendo, en una primera lectura, que habían pasado definitivamente de él... pero no, no puede ser, en una lectura más detenida me he percatado de que sigue ahí, como una mancha de lejía.

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