
Créanme que he dudado mucho a la hora de subir esta entrada. Suelo ser bastante tolerante con las distintas formas que el prójimo emplea a la hora de expresar opiniones y sentimientos, tanto que, ésta en particular, se me antojaba, en principio, como la típica rabieta de los “antitodo”; insatisfechos crónicos con altas dosis de aburrimiento. Pero no, me niego a quedarme callado cuando se habla tomando en vano y manipulando hasta límites obscenos el nombre de la democracia, la libertad de pensamiento y de expresión.
Ya dije bastantes entradas más atrás que en esta bendita España parece que hay que aceptar, por narices, el “pack ideológico” completo. No se puede ser aficionado a los toros ni hermano de ninguna Hermandad sin ser un facha, maltratador, meapilas, etc… Tampoco se pueden tomar posturas progresistas porque ya resulta que eres un ateo, rojo-quemaiglesias, inmoral, etc… ¡Me niego, me rebelo, no lo soporto! Por eso, cuando aparecen noticias como la que nos ocupa, una de dos: o me rio de la vida, vista ésta como los esperpentos en plan Valle Inclán, o toca indignarse.
Me hace gracia cuando se hacen llamar “Librepensadores” ¿Librepensadores que pretenden imponer una forma única de pensamiento?, la carcajada que solté cuando lo leí fue de órdago, máxime cuando de más se sabe que el ateísmo, al fin y al cabo, no deja de ser otra creencia. Sin embargo, los paladines de la libertad de pensamiento, jajjajjja (lo siento, no puedo evitar que me entre la risa floja) pretenden reventar las procesiones del Jueves Santo que se celebrarán en Madrid con una, como ellos llaman, “procesión atea”. Ya han comenzado irrumpiendo en la capilla de la Universidad de Alcalá de Henares (de la que fue rector mi paisano allá por el siglo XV. Sí, el que le da nombre a mi calle), haciendo top less y con eructos del tipo “menos rosarios y más bolas chinas”. Para un católico practicante supone nada menos que una profanación… para cualquiera con dos dedos de frente debería ser una inadmisible falta de respeto. No quiero ni imaginar la que se montaría si hicieran lo mismo en una mezquita o en una sinagoga (Ojo, no estoy justificando que se haga, ¡Dios me libre!). Me cuesta titánico esfuerzo creer que esto pueda ocurrir en una universidad. Cuánta razón tuvo el ponente de aquella conferencia a la que asistí cuando dijo aquello de que no es lo mismo que pasemos por la universidad a que la universidad pase por nosotros.
¿Qué clase de engendros estamos criando? Por mi parte no pienso darles más publicidad gratuita.
Foto: http://www.hazteoir.org/