jueves, 17 de marzo de 2011

Sobre Cofradías...

               Algunos pensarán que ya estaba tardando en abordar este tema, siendo quien soy y estando en la época en que estamos. Y aquí me hallo, en medio de un respiro entre constructivismos de Piaget, competencias básicas, “discentes y discentas” (sólo faltaría) y niveles de Van Hiele… Y, la verdad, no sabía por dónde empezar.

               En primera instancia quise plasmar ese movimiento que yo los llamo “cofrades impone-reinas”, esos que van de pueblo en pueblo (como las muñecas feas de feria en feria), que campan a sus anchas en lugares con marcada dualidad devocional… que no les duele el entierro lo más mínimo y son las primeras plañideras. Sobre eso ya he escrito algo en la Comunidad Pasión en sevillatv, vamos, por si quieren leerlo (pincha aquí).

               Se me vino a la mente hablar del llamado “neomisticismo”, esa tendencia hacia lo fúnebre, tenebroso, lúgubre… yo diría que incluso tétrico, que muchas Hermandades, de toda la vida “bullangueras”, están adoptando últimamente. Obviando a las que, desde siglos, han sido así (que me encantan), nos encontramos a aquellas que llevaron velas rizadas antes que palio y ahora resulta que nunca las han llevado -“¡Qué ordinariez!”-, nunca han hecho botar esquinas de gladiolos y nunca -“¡Dios nos libre!”- han peinado balcones con sus palios. Son aquellas que nos quieren hacer creer que con cuatro signos externos ya se es poseedor del buen gusto y la distinción. Son los causantes de haber destrozado términos como elegancia, finura, exquisitez, de tan manidos… como si eso fuera cosa del estar o el parecer. Empalagosos hasta la médula, snobs hasta el hartazgo. El polo opuesto pero con la misma raíz lo encontramos en ese movimiento “ochentero”, del “aplausitis petalae”, del tenerlo todo forzado, sincronizado, ensayado, medido, encorsetado. “Ahora no se aplaude, ahora sí, cuando termine el solo de flautín”. ¿Expresión libre y espontánea de un sentimiento? no gracias. Por eso, me encantan las Hermandades que saben mantener su sello, sea cual sea (popular o fúnebre), pese a las modas.

               Quise hablar también del Kapillita o Kofrade (con “K”), devoto del solo de corneta y del “zapateao” en la percusión. Para ellos no existen El Señor de la Sentencia, Silencio, Soberano Poder, Redención, Tres Caídas… más bien son el Pilatos, el Herodes, el Caifás, el Olivo, el Caballo…

               Quise hablar del elitismo en cualquier campo (Juntas de Gobierno, bandas, costaleros, artesanos etc), de los curas anticofrades, de la “titulitis” que muchas veces hace interminables los nombres de las Hermandades, del esteta petulante del pliegue milimétrico y tocados de escuadra y cartabón…

               De todo eso quise hablar en un principio, pero, ¿saben qué?, he llegado a la conclusión de que las Hermandades no son más que reflejo de la sociedad en la que viven y todo lo comentado se me viene a antojar como un mal necesario. De cualquier forma, tampoco soy yo nadie para juzgar las motivaciones que cada cual tenga para acercarse a este mundillo (aunque por ello no deje de tener una opinión al respecto). A estas alturas ya nada –o muy poco- es capaz de espantarme. El fantasma de la desaparición de tradiciones ya no pesa en mí como una losa, el chantaje emocional ya no cuela. A aquel sombrajo se le cayeron los palos hace una década y se me confirmó hace tres años. Pasé de ser el más bueno al más malo en cuestión de lo que dura un Cabildo de Oficiales con carácter de urgencia, sólo porque me atreví a contravenir (por primera vez en muchos años) una santa voluntad… pero eso ya es otra historia.

               Por eso, si me dedico a estos menesteres es porque simplemente me gusta. No me obsesiona la aceptación popular que pueda tener, la historia de las Hermandades villarraseras está llena de extinciones, reorganizaciones, épocas de esplendor, y periodos de ostracismo total. Nada nuevo bajo el sol. Ahora se habla de piques entre Hermandades, pero es que en el siglo XVII eran auténticas trifulcas en la procesión del Corpus por ver qué poderosa familia portaba el guión. Llego a la conclusión de que lo dicho al principio ha existido, existe y existirá mientras el ser humano ejerza dominio sobre la tierra. Si no, ¿de qué íbamos a hablar?

(Aquí una selección de momentos que me encantan)




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