jueves, 1 de septiembre de 2011

Ulises.

               Yo, que a veces suelo ponerme tan impertinente con profundidades filosóficas, no puedo evitar embobarme cuando me reencuentro con videos como el que adjunto.

               Me trae recuerdos de aquellos veranos de mi niñez, cuando ya la siesta iba de paso y aún resonaban los ecos de la sintonía de "Falcon Crest", "El Halcón Callejero" o de "El Coche Fantástico". De tardes de mantas tiradas en aquel suelo de baldosas rojas de cemento y anchos muros de tierra y laja que guardaba cabe sí todo el frío acumulado del invierno (nada de aparatos de aire acondicionado). Las puertas del cierro abiertas de par en par dejaban entrar la fresca marea vespertina uniéndose al frescor de los arriates del patio recien regados. Las peleíllas con mi hermano... que, a veces, acababan con el "enmohinamiento" de uno de nosotros... o con el de mi madre, cuando escuchaba la rotura de alguna maceta (...nuestra manía de ponerlas demarcando porterías)...

               Era escuchar la sintonía de la serie de dibujos animados "Ulises 31", para volver a nuestros puestos en la manta frente al "Radiola". Hoy, me ha dado escalofrío volver a escuchar esta canción:

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