martes, 17 de enero de 2012

INTOLERABLE.

               Intolerable que a estas alturas de la historia tengamos que lamentar cosas como esta. Cual no fue mi sorpresa ayer cuando, entrando en Villarrasa desde Niebla, reparo en que parte de la techumbre de la ermita de San Roque se ha venido literalmente al suelo. Y ahí no queda la cosa, me informan de que el derrumbamiento sucedió este verano pasado, lo que significa que la ermita ha estado prácticamente baldía y a expensas de las inclemencias meteorológicas, nido de alimañas y “amigos de lo ajeno” durante seis meses… y aquí como si no ocurriera nada… ¡pues muy bien!

               Villarrasa ya ha sufrido lo indecible con su patrimonio, expolio tras expolio (guerras civiles aparte):  Que este trozo de moldura se desprende…una pellá de mezcla y pa ´lante. Que me hace falta abrir un hueco para meter lo que sea (pónganle nombre)…pues nada, un “espiochazo”, una puerta de chapa y asunto concluido. Que se me oscurece este ornamento antiguo, nada, tijerita y “pasamonería” al canto (el caso es que tenga brillo)…. Que se me gasta este dorado, una latita de purpurina y como nuevo, que este mueble ya no va con la nueva liturgia… tranquilos, que con él me hago un perchero de lujo para mi casa… Podemos justificarlo con que antes no existía la sensibilidad artística de hoy, pero visto lo visto, permítanme que lo dude. Alguien tiene que responder ante tal despropósito, ignoro quién y me da igual… pero esta felonía no debería quedar impune. Lo que no han podido las guerras, terremotos y apaños más o menos afortunados… lo ha hecho la indiferencia, la pasividad, el conformismo y la incuria.

               La ermita de San Roque fue construida en 1645 a expensas del concejo local en agradecimiento al Santo Lazareto por haber librado a la población de una epidemia de peste. Enclavada en el barrio de “El Prao”, a la entrada del pueblo por el oeste. A pesar de su   pasmosa sencillez exterior (no por ello fea), en su interior posee una de las cúpulas más barrocas y airosas que me haya podido echar a la vista. Especialmente lamentables las “reformas” a las que se vio sometida para adaptarla a la estética rociera. De pésimo gusto ese letrero encima del frontón de la fachada “Ermita de Ntra. Sra. del Rocío. 1978” coronándolo una pequeña Imagen de la Blanca Paloma de tantas como podemos encontrar en multitud de lugares. Chistoso, en verdad, eso de acceder a un recinto donde reza la fecha 1978 y luego resulte tener varios siglos de antigüedad… justo lo contrario de lo que suelen hacer en otros sitios, pero aquí no… aquí, al parecer, somos especiales. En definitiva, un intento burdo de recrear en Villarrasa una Casa Hermandad de la Aldea almonteña utilizando y mutilando para ello un edificio del XVII. Por cierto, reivindico su nombre de siempre: SAN ROQUE.

               Durante demasiados años hemos visto cómo poco a poco se va degradando con la impotencia propia del que poco o nada puede hacer (excepto aullar en el desierto). Ignoro el responsable legítimo de este desastre. No me gustaría pensar que la única respuesta sea la del lavado de manos y enviar la patata caliente de unos a otros. Algo de responsabilidad hay en todos y cada uno… incluidos nosotros, los villarraseros de a pie por nuestro pasotismo. Pocos pueblos pueden presumir de la colección de edificaciones barrocas que tenemos… por cosas como estas, pienso que inmerecidamente. No, no hay excusas que valgan… no las admito. En las antípodas, frente por frente en la misma calle, a tan solo  un kilómetro escaso, está el ejemplo a seguir: nuestra ermita de las Angustias, despojada de tres siglos de vieja y devueltos de esplendor.





             
Agradezco a Juan García Pichardo por permitirme subir a su azotea para echar las fotos.

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