miércoles, 26 de junio de 2013

La Cruz del pueblo.

               Como un Moisés bajado del Monte Sinaí, así me dejas cada vez que pasan tus días. Un regusto, una nebulosa, una borrachera de licores destilados en celestiales alambiques... Nada ni nadie ha conseguido jamás hacerme sentir así. Han pasado ya dos meses desde que pudimos comprobar, como cada año, la verdad desnuda de por qué Villarrasa es crucera.


               Eres un lujo que Villarrasa aún no ha aprendido a asimilar más que en las dosis justas y necesarias. Le bombeas vida para todo un año. Eres su perfume más caro, que con sólo dos gotitas eras capaz de embriagarla. Eres su mejor gala como la que todos guardamos para las grandes ocasiones...


No puede haber perfección a tu alrededor, cuando la perfección misma eres tú.


Me decía una crucera de pro agarrándome del brazo cuando la Cruz iba por la calle Piñón: "Mira, yo no entiendo de siglos ni de historias, yo sólo sé que hace cien años, en 1913, la que iba por esta misma calle, casi a esta misma hora y tal día como ayer (3 de mayo) no era nadie de los que vamos ahora, sino sólo Ella...". El pueblo... siempre tan certero.



Qué familiaridad se toman a veces tus devotos contigo. Cuando acabó la tarea de exornar el paso el segundo sábado, una de las mujeres que llegaron para limpiar la Iglesia exclamó: -"¡Ay, santa Cruz Bendita!, ¿tú eres consciente de la que vas a liar esta noche?"...






La Cruz procesionando a la caída de la tarde fue una de las estampas más bellas que viví desde hace ya tiempo... todo entraba en inefable armonía, todo parecía dispuesto en torno a Ella, para Ella y, pienso, por Ella. Todos nos pudimos embelasar durante las seis horas que duró la procesión, pero más aún desde la salida a la puerta de la ermita... todos, menos el tío de la caña (¿quién será?), porque vaya el por saco que dio el vientecillo que se levantó que hasta la puerta de la ermita no pudo tener todos los codales encendidos... menos mal, pensaría, que yendo lo que va en el paso, nadie se fija en eso... ¿o sí?...


¡Ahh, la calle Chuzos!... Cuántas historias y recuerdos, qué cátedra crucera a través de unas nanogenarias manos agarrando las mías: "esa es la Cruz que conocieron mis abuelos de toda la vida"... "cuidadla, mimadla, que vuestros nietos la disfruten lo mismo que la he disfrutado yo"... "tened mucho cuidado con Ella porque es muy delicada, pero también muy grande, poderosa y, sobre todo, justa...", "No te apartes de la Cruz, ni le pierdas el respeto a ninguna de sus Imágenes, a quien rechaza una Cruz el Señor le manda otra más pesada" "aahhh y no permitas nunca que pase la Cruz por mi puerta y esta esté cerrada". ¿Cabe mayor herencia?, imposible.


¡Ahh, el Prao!... otra cátedra crucera de la que he bebido... En la otra punta del pueblo, sí, pero... ¿eso que más da cuando de querer a la Cruz se trata?


Sístoles y diástoles.... es el ritmo que van marcando los que tienen el privilegio de ser tus pies. Sístoles y diástoles... es el ritmo de veinticuatro corazones. Sístoles y diástoles... no hay más misterio. Saben que lo que llevan encima no precisa de más nada. Naturalidad, garbo, sencillez, donaire, decisión... Felicito a quienes la llevan. Ellos saben conservar los tiempos y los ritmos que Villarrasa siempre ha dado a sus cosas.


               Irrefrenables ganas de gritar y pregonarte a los cuatro vientos cuando en la lejanía oigo el angelical bronce de tu campana... acudo, y como un potente imán que todo lo atrae, hace que automáticamente a través del postigo sólo tú seas dueña de nuestras miradas.... nada es capaz de obstaculizar nuestra visión de ti... hasta la misma luz, que haces con ella lo que te da la gana... la engulles, la disuelves, porque no hay luz más potente para un crucero que la que emana de ti. Me sumerjo, sin remedio, en tu profundo pozo de rubíes y es entonces cuando, cabizbajo ante ti, me vuelves a la realidad y parece que me dices: "Déjate de bobadas y de vanidades ridículas cuando te refieras a mí y a mis cosas... ¿a quién quieres convencer, criatura? Mírame, contémplame, ¿qué ves?, ¿qué sientes...?, pues eso mismo es lo que hacen los que me saben apreciar, con eso te sobra ¿te parece poco?... los que no, pues no saben lo que se pierden". Y es entonces, bañado de humildad, cuando me doy cuenta de que no puedo ser más que de Abajo...



               Perdonen este orden y concierto... pero es lo que pasa cuando el corazón empuja y fuerza los candados del cerebro.

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