lunes, 20 de septiembre de 2010

La calle "Desempedrá"


               Yo particularmente lo veía venir. Y es que esta Villarrasa de mis entretelas, de unos lustros para acá, ha importado ese síndrome del rico nuevo, capaz de poner un umbral de marmol en la entrada de una chabola. Esa exaltación del brillo fácil, ese anonadamiento por oropeles ajenos frente a la solera de los propios tesoros desgastados. ¡Qué fea era nuestra plaza Nueva, toda de ladrillos sevillanos, naranjos, setos de tulla y bancos de forja... tan cutres ellos! Mejor pongámosle marmol por un tubo, que eso siempre da caché (aunque a pocos metros haya un callejón, a veces, insalubre), coronémosla con una estatua que... mejor me guardo la opinión, porque bien me escuece como devoto cada vez que paso por allí.

               Le tocó el turno a las calles Empedrá y Alcantarilla (me gusta llamarla por su nombre tradicional, creo no haber escuchado a nadie decir: "voy a la calle Médico Luis Salazar a sacar dinero del cajero"), y bien me parecía (repito, me parecía) que iban a construir un escenario al estilo "Bienvenido Mister Marshall"... para que quienes nos visitaran se encontraran un pueblo de lo más "typical". Respetando profundamente el trabajazo que tuvo que dar, me llamó la atención ese querer mezclar lo popular con lo aristocrático: baldosas prefabricadas de cemento (de las que cualquiera puede tener en su patio), por supuesto placas de mármol (si no, no hay brillo ni señorío que valga), y "piedras" (lo entrecomillo por no decir un disparate). El resultado, pues así de pronto me evocó las largas esteras que antes se ponían por medio de casa para que las bestias pasaran del corral a la calle -y viceversa- (presumo que pertenezco a la última generación que, por suerte o por desgracia, presenció aquello)

               Ahora parece que se han dado cuenta de que fue un experimento que mejor se hubiera hecho con gaseosa. ¿Qué pondrán ahora?¿se notará el parche?.... yo empiezo a estar harto de todo tipo de remiendos por no hacer en su tiempo las cosas bien. Mientras tanto, seguirá siendo el dinero de nuestros impuestos los que sufraguen las enmiendas de quienes deciden la estética de nuestro entorno... muy gustosamente si todo es por mejorar lo que ya tenemos, aunque sea un error no muy pasado.


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