martes, 28 de diciembre de 2010

1990 (I): En el Cole.

               Ocurre que, últimamente, parece que me acuerdo más de lo que viví hace décadas que de lo de hace años o meses. Ahora que nos enfrentamos a un nuevo año y con esto de que he desempolvado mi "doblao" con lo de aquel dichoso día de la Pureza (véase tres entradas más atrás), pues se me presentan con gran nitidez vivencias y recuerdos de un año que lo viví como un antes y un después en mi vida. Hace veintiún años, ni siquiera se cumple una cifra redonda de él, se me ha venido a la mente y, tal cual, lo comparto con ustedes, si me lo permiten.


               Cursaba 5º de la antigua EGB. Recuerdo la sangría de tutores de aquel año: Don José María Muñiz, que nos daba Lengua y Ciencias Sociales (cuando aún no compartía esa fosa común llamada "Cono"), fue sustituido por Dª Pepi, de La Palma del Condado, y más tarde por otra que aun sin acordarme bien de su nombre (creo que Pepi también), sí sé que era de Badajoz. Era la primera vez que nos impartían clases varios maestros de distintas especialidades. De todos ellos me acuerdo: D. Emilio en Matemáticas, que más tarde fue sustituido por Dª Amparo, que también nos daba Ciencias Naturales, encantadora como ella misma y, me consta, me tenía un exacerbado cariño (qué pena no saber actualmente nada de ella). Dª Aurora, de Niebla, nos daba Religión (cuando la dejábamos, claro). D. Diego Barrera nos daba la parte de Lengua dedicada a la lectura. ¡Ay, aquel Senda con su Clavileño! Qué lástima que los libros de texto, por entonces, se reutilizaban de un año para otro y no haya podido conservar ni uno. Pretecnología nos la impartía D. José María Martínez con un ordenador para cada tres o cuatro, una hora a la semana… y a darle al Logo: “Avanza 30, gira 90, oculta tortuga”… ¡¡Y los talleres!!, de teatro, macramé, ajedrez, mecanografía, literario prensa, fotografía, dibujo lineal, dibujo artístico, jardinería… Aquel año elegí Teatro para el primer trimestre, impartido por Dª Amparo la de Matemáticas, y para el segundo y tercero, mi debilidad: Dibujo Artístico, con la frustración de que no me tocó con D. Rafael, si no con mi tutora (que, dicho sea de paso, no tenía ni idea de dibujo). En líneas generales, recuerdo el colegio como un lugar donde me lo pasaba bomba.

              Quizás esa predisposición mía hacia los “trabajos manuales” me llevaba, en no pocas ocasiones, a ser el elegido de la clase para dibujar o pintar los típicos murales para los días de la Constitución o el de Andalucía. Precisamente, aquel primer año de la última década del siglo XX, el Colegio celebró el 28 de febrero de una forma original aún no superada: Nos desplazamos todos hacia la calle Empedrá, a cada clase nos habían dado una parcela para, con tizas de colores, dibujar los acostumbrados murales pero en el suelo. El día no estuvo exento de anécdotas, como la que protagonizamos un compañero de 5º B y yo (de 5ºA) que acabamos a empujones y algún que otro recalco, ya que me acusaba de pisotear el dibujo de su clase que estaba pegando al de la nuestra. La reyerta acabó con la intervención de cierto profe de Inglés (él sabe de sobra quién es, je, je) que nos separó y nos sentó a cada uno en un umbral distinto. Las vueltas del mundo, que aquel con quien compartí buenos mamporros, haya sido el novio de la última boda a la que he asistido (y no reparé en recordárselo, entre bromas, al entregarle el regalo).

               Hubo dos cosas aquel curso que lo llevé bastante mal, una de ellas, la revisión médica y vacunación reglamentaria. Eso de tener que estar como mi madre me trajo al mundo delante de varios compañeros más, el médico y el ATS, me pasaran por la báscula y tuvieran que inspeccionar detenidamente mi zona noble, la verdad es que no me hacía ni pizca de gracia. Y otra, al igual que otros años: el Cross, que había que correr obligatoriamente por cursos. Huelga decir que el primero por la cola siempre tenía un nombre y ese era el mío. Eso hacía que empezara a tomarme esas cosas con filosofía. Aunque creo recordar que ese año quedé el penúltimo (¿quién sería el flojo o la floja que quedaría detrás de mí?). Diez años después de mi último Cross, me volvió a picar el gusanillo y repetí experiencia con los alumnos de 2º de ESO cuando estuve de prácticas en el colegio. Pude comprobar que en algunos aspectos me pasa como con el vino, mejoro con los años. Créanme que estas vivencias hoy las recuerdo a carcajada limpia.

               Después de las vacaciones nos esperaba un curso que lo recuerdo como el que verdaderamente me enseñó a estudiar, a sudar la camiseta para conseguir unos objetivos: 6º de EGB. Entrábamos en el “Ciclo Superior” o “Segunda Etapa”, y con ella una asignatura totalmente novedosa para nosotros: Ingles. Eso de los centros bilingües era pura ciencia ficción. Nos la impartía el que iba a ser nuestro tutor, D. José Joaquín. Recuerdo, como si lo estuviera viendo ahora mismo, los primeros vocablos que copió en la pizarra para que lo anotáramos en nuestro bloc de vocabulario, fueron: “blackboard, teacher, chair, table, window, eraser” El aprendizaje del primer idioma distinto al materno fue mucho acontecimiento como para que se me olvidara las primeras palabras.

               Aquellos recreos donde nos repartían bolsitas de leche de una -en la actualidad- conocida marca andaluza. Aprendí que el cacao y el azúcar son meras añadiduras y, desde entonces, tomo la leche fría sin aditivos. Mi madre no terminó de ver aquello con buenos ojos, pues le venía a la mente, y así me lo refería, a cuando en la escuela de su niñez la obligaban a beberse la leche en polvo (Vit) que preparaban en los lebrillos del patio de aquel viejo edificio donde hoy se halla el Cuartel. Ni por asomo, aquello era igual.

               Siguiendo con las demás asignaturas (así se llamaban entonces), Matemáticas nos la impartía D. Rafael, a la par, y ese curso sí, que Dibujo Artístico en el Taller. He de decir que sus apuntes, junto a los de Dª. Mari Luz en 8º, me sirvieron para estudios posteriores, con eso lo digo todo. D. Alejo me daba Ciencias Naturales y Sociales. D. Diego, Lengua. D. Fernando, Educación Física (cuando esta la daba el primero al que le tocaba la china). Dª Ángela, la del guardia, Religión… En definitiva, un curso que me enseñó a pasar noches en vela, buscar en enciclopedias (descubrí que no todo estaba en los libros de texto), pasar apuntes a limpio, escribir a máquina (ay… aquellas Olivetti que de tan duras que eran se metían los dedos entre las teclas), a empezar a darme cuenta de que la niñez ya iba de paso.

               Continuará, porque aquel año dio para mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario