jueves, 20 de enero de 2011

El grano de mostaza: San Vicente.

               Que Villarrasa es un pueblo de fuertes contrastes, es algo de lo que no me cabe la más mínima duda desde que vi su luz por vez primera. Me causa tanta ternura como admiración imaginarme aquel callejero de no hace demasiadas décadas, empedrado en el mejor de los casos, con regajos a pie de acera (si es que existían) y por él procesionando auténticas joyas de imaginería, bordados y orfebrería… una extrañeza que subyuga. En las costumbres y tradiciones pasa tres cuartos de lo mismo: somos capaces de dejar boquiabierto a cualquiera que venga de fuera y de todo lo contrario. Créanme que he dudado a la hora de catalogar a San Vicente como uno de sus granos de mostaza, pero al final me he decantado por el sí. Las fiestas en su honor son una realidad que cada vez va a más. Una romería de carácter más civil que religioso (no en vano la organiza el Ayuntamiento) cada vez con más asistencia y participación, que se va adornando y rodeando de cada vez más parafernalia y organización, por eso merece ser uno de los granos de mostaza que definen la personalidad de Villarrasa, pero sólo por eso.


               Para que nos entendamos, San Vicente Mártir es el Patrón, digamos “canónico”, de Villarrasa (aunque no me consta ningún documento donde así rece). Al menos, es el titular de la Parroquia. Se me antoja, ya que no poseo nada que lo avale, como una devoción “impuesta” desde jerarquías más altas en tiempos demasiado remotos, tanto que jamás he escuchado a mis mayores hablar con ardor de la devoción hacia San Vicente y de sus posibles cultos y fiestas, nada que ver con otras advocaciones nacidas desde lo más profundo del sentir popular… no hace falta ponerme a nombrar nada.

               Se tienen noticias de que su antigua Imagen, destruida en 1936, ocupaba una de las hornacinas del magnánimo retablo mayor de la Iglesia. Éste era de columnas salomónicas, obra del afamado tallista Bernardo Simón de Pineda, que lo hizo a finales del siglo XVII. Creo que de dicho retablo se conserva una foto, obviamente anterior a la guerra “civil”, del laboratorio de arte de la Universidad de Sevilla… por más que estoy buscando, no doy con ella. Después de aquel acontecimiento histórico, capaz de hacer caer la cara de vergüenza a cualquier país, fue el siempre recordado D. Rafael Infante quien devolviera a Villarrasa la Imagen de su Santo Patrón de manos del artista Geronés Vallés, de los talleres de los Salesianos de la Trinidad de Sevilla. Esta nueva Imagen, quizás encargada con más ilusión que rigor artístico, ocuparía la hornacina central del retablo del altar mayor una vez reabierta al culto Iglesia Parroquial en 1954, lugar que ocuparía hasta que a principios de los 70 fuera desterrado a los pies del camarín de la Inmaculada, tapándose el hueco de su hornacina y colocandose un Crucificado… además de otros muchos, digámoslo finamente, “detalles” en aras de una mal entendida renovación litúrgica. Eso sin contar con ese intento de travestir a un San Juan Evangelista que, con la excusa de ser una Imagen “astorguiana”, se tuvo durante unos años con la mejor de las intenciones pero con resultados más que nefastos en el sentir popular.

               Lo que hoy se hace es un día de convivencia en el campo, en un merendero municipal, cerca del paraje la Dehesa Espina, nada comparable a cuando se celebraba en nuestra Dehesa Nueva (y digo “nuestra” con mucha razón de causa). Un día en que se degusta el típico tostón con sardinas, y se constata la hospitalidad del villarrasero. Cualquiera que asista sin viandas sale con hartura: el Ayuntamiento reparte sardinas, pan, aceite y vino de nuestras respectivas cooperativas y empresas. En los últimos años no faltan el tamboril mañanero y alguna que otra banda-charanga que amenice la jornada. Jornada ésta que, en ocasiones y según quiénes, se convierte en dos y llegará el día en que la costumbre se haga ley, y me parecerá estupendo. Hará unos veinticinco años hubo un tímido intento de “sacralizar” de algún modo esta romería que de religiosa tiene sólo el nombre (ojo, que no me parece mal), confeccionando una insignia con forma de simpecado montado en una especie de carreta, también hecha exprofeso, como bien muestra la foto adjunta publicada en la Revista de la Hermandad de San Isidro Labrador del año 2006 (sí, eso es San Vicente, no San Isidro).

               Este año, el Ayuntamiento ha tenido a bien organizar un acto cultural previo a la romería –algo sin precedentes, al menos que yo sepa- consistente en un Concierto en el recién estrenado Centro Multifuncional GADEA (me encanta el nombre), a cargo de la Orquesta de pulso y púa “Rodríguez Albert” de la Asociación Cultural “Dos Ríos” de la O.N.C.E.


               En cuanto a sus cultos religiosos, se reducen éstos a un triduo y Función el 22 de enero, día de su onomástica, por supuesto con ornamentos rojos, como corresponde en la festividad de los mártires. Me llegan rumores de que existe inquietudes de poderse organizar algún culto externo como una procesión con su Imagen. Por mi parte, abierto estoy a cualquier iniciativa, pero si lo que se pretende es hacer un mal remedo de lo que nos despachan en los coleccionables de prensa semanasanteros... mejor dejarlo como está.

Pues eso, ¡Viva San Vicente!

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