lunes, 10 de enero de 2011

Yo reivindico...

               No sé si será por esta especie de dictadura de lo políticamente correcto, del no llamar a las cosas por su nombre que, a veces, deja demasiados huecos por donde puede colarse la demagogia y el relativismo pueril. Será por este mundo al revés en que parecemos estar donde un hijo puede tiranizar a sus padres y encima con derecho a impunidad, o que unos padres le pidan cuentas al maestro por algo que sólo a los primeros compete... Será porque en esta bendita España nos tomamos las leyes demasiado al extremo, quizás fruto de que nunca nos han dejado ser dueños de nuestro destino y siempre hemos estado a merced de antojadizos salvapatrias que, entre unos y otros, nos han ido recostado en el fácil diván del conformismo, del "esto es y seguirá siendo así", "aquí hace falta mano dura"... esta última expresión como una contracción de: "A mí que me hagan las leyes y que me las ordenen (ya me encargaré de saltármelas a la torera) y así me limpio de culpas sobre lo que pase en mi comunidad". No sé si será por este peligroso juego de hacer verdugo a la víctima y viceversa, que haga que veamos a Garzón en el banquillo y a los de la Gurtel en el escaño... No se, pero cada vez me voy pareciendo más al cuadro de Munch "El Grito" cuando llego al hartazgo de escuchar demasiadas gilipolleces desde los medios de información... y si ya entramos en la red de redes... ni os cuento.

               Las reacciones del pópulo ante algunas nuevas leyes son un predíctor de que aquella España machadiana de charanga y pandereta sigue aún vigente. La nueva ley anti-tabaco ha quitado muchas caretas que algunos creíamos inexistentes. Una vez más, la chulería, la rapiña, la agresividad y la picaresca, disfrazadas de demandantes de derechos (qué ironía), muestran su cara y, a la par, las verguenzas, ajenas y propias, de todos. Pues yo hoy, haciendo uso de los modos y formas que últimamente se estilan, ya me he "jartao", y desde aquí reivindico también mis derechos:

               Reivindico mi derecho a poder cortarme las uñas, tirarme un buen eructo o un sonoro pedo cada vez que me venga en gana, en cualquier habitáculo público. No hay derecho a que me condenen a encerrarme en el aseo para proceder a dar lustre a mis extremidades quitinosas o a dar rienda suelta a los digestivos gases. Yo quiero que en el comedor de mi puesto de trabajo se me reconozca mi derecho de hacer saltar mis "peinetas" sobre los bocatas de los demás... ¡que se vayan ellos al baño o a la calle a comérselos!, faltaría más. ¿En los bares?, pues reivindico una o varias escupideras por mesa.... no tengo por qué aguantar cola para entrar en el wc pudiendo "echar la caña" allí mismo, ahhh y si la ley no lo permita, las utilizáis para servir las tapas, que queda de lo más guay y transgresor, ¿que no?

               A que sí, a que queda ridículo ¿Se imaginan lo grotesco que puedo resultar si me da por decir esto delante de cualquier cámara?... pues, para mí, no tiene mayor consideración quienes así obran defendiendo lo indefendible. Tú puedes fumar todo lo que te venga en gana, pero respeta al que no lo haga. Tengo un familiar muy cercano que está padeciendo como si se hubiera llevado toda la vida fumando, sin haberse llevado jamás un cigarro a la boca. A eso sí que no hay derecho.

Foto: lacomunidad.elpais.com/blogfiles/jecalorena/2...

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