viernes, 24 de junio de 2011

Se armó el Corpus...

A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano". Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, sé propicio a mí, pecador". Os digo que este descendió a su casa justificado[i] antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido».

Lucas 18, 9-14

               Hubo una época en la que quien nos gobernaba (mejor dicho, dictaba) se creía en el derecho de usurpar lugar y honores sólo reservados a la Divinidad. El gusto se casó con la costumbre y se fueron a vivir a casa de la permisividad eclesiástica de entonces (qué ironía lo de permisividad…) que, a su vez, convivía con el aborregamiento del pópulo. Con estos ingredientes no era extraño que alguien que se jactaba de aniquilar a “los enemigos de la Patria” (Dios le haya perdonado) entrara bajo palio en los templos.

               Creyéndome que todo aquello pasó a mejor vida, resulta que uno tiene que contemplar escenas como las de ayer en la Procesión del Corpus de Sevilla. Salvando, obviamente, las distancias; me quedé perplejo cuando, tras pasar la Custodia con S.D.M. , el público comenzó a ovacionar al recién electo alcalde de Sevilla D. Juan Ignacio Zoido. El espectáculo no pudo ser, para mí, más esperpéntico ni bochornoso (y no por el calor que hacía, precisamente).
               Se me viene a la mente vocablos como rancio, apolillado, cartón-piedra, hipocresía, doble rasero…. y sobre todo, falta de respeto hacia el Santísimo y de ejemplo hacia los que consideran menos cristianos. Lean, si no, el comienzo de esta entrada. Es difícil pasar por este resbaladizo terreno sin tener la tentación de poner etiquetas, cuando no necesariamente todos han de obedecer a un mismo perfil. Quiero pensar que habría de todo, como en la viña del Señor.

               Al punto recordé lo que dije dos entradas más atrás con respecto a la Romería de El Rocío: A nadie se le obliga a comprender ritos y costumbres ajenos. Pero que no me vengan con monsergas ni beaterías cuando eso, para mí, ha sido todo un contraejemplo; por muy noble, muy leal y muy mariano que sea el lugar donde haya pasado.

1 comentario:

  1. La presa de Sevilla ha sido largamente esperada. Ahora están en plena celebración del banquete. No hay banquete sin bulla y jarana. Lo de Dios por medio hoy en día, con una sociedad laica aunque se llame de derechas, poca gente sabe valorarlo y respetarlo. Espero que, cuando pasen los fastos, se pongan serios y a trabajar bien y mucho. Lo deseo por esa ciudad que amo tantísimo...
    Abrazos.

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